La Parca
La Parca
A la puerta de la cafetería
sostiene en la mano la papelina llena de picadura.
Lame el pitillo y lo ajusto al filtro.
Una larga calada de
humo conjura la ansiedad.
Encubre con la otra mano el nervioso pulso que sostiene a la
brasa,
protegiendo, como serena, la forzada pose.
Calla el grito que quejoso sale, el cigarro de la comisura.
Hipa un sollozo… Vulnerable.
¿Cómo se prepara para el dolor del alma?
¿Cómo se socorre la pena cuando le abrasa, inerme?
Le atormenta, hueco,
su amor.
Quieta quedó, en la desmadejada cama.
Y el, valiente hasta
entonces, huyó despavorido.
Fría, ¡estaba fría!
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