No te enfades
Hija, no te enfades.
Ya sé que no sigo las
pautas del médico
Ni me esmero mucho en cuidarme.
Dejo las cosas en cualquier sitio
¿Pero no ves?
Han perdido
importancia
y no tiene sentido el
orden.
Busco refugio en lo que aviva.
en perniciosas conductas y costumbres,
comer, beber, amigos, arreglar
mundos…
Lo cotidiano que hasta hace poco aburría
crece y gana fuerza.
Los hábitos me recuerdan que vivo
Y que es la vida que sé vivir.
No necesito, ni quiero adaptarme
porque hay prisa en mi
vida.
Sin aventuras,
disfrutar de lo que se hacer
o hacer lo que no hice.
Soy viejo y cuando más lo sea,
menos tiempo para bullir
en lo que se vivir.
Perdona mi abandono, mi desinterés ante la novedad.
Es que, de verdad, quiero vivir.
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